lunes, 4 de junio de 2007

La Soberania es un Derecho Humano: Recursos Naturales y Energéticos

Recursos energéticos y soberanía.
Lic. Diego Kofman

El tema de los recursos naturales es quizá el área donde se produjo el mayor atentado, en la década del noventa, contra la soberanía nacional. En especial con los recursos energéticos, con las privatizaciones de YPF, de Gas del Estado y de la infraestructura energética y eléctrica del país.
La explotación de los recursos naturales de los países pobres, dependientes, periféricos o semi coloniales, como se quiera llamarlos, es una necesidad de los países desarrollados, centrales o imperialistas.
Para sostener niveles de consumo energético muy por encima de las posibilidades que sus propios recursos naturales le permiten, necesitan que nuestros países sobreexploten sus propios recursos.
A su vez, dadas las características del mercado internacional de hidrocarburos y los bajos costos internos de producción, estamos ante un proceso productivo que genera una gran renta.
El control de esos recursos materiales y de esa renta ha sido motivo de guerras, de invasiones, de golpes de estado, etc. En todos los casos hubo un denominador común, los países capitalistas centrales agrediendo a los países pobres.
Sobra ejemplos en el pasado, en el presente y seguramente, y lamentablemente, los habrá en el futuro. Sería ingenuo pensar que las agresiones imperialistas, porque eso son: agresiones imperialistas, sería ingenuo pensar que esas agresiones se terminaron.
Los países centrales, especialmente EEUU, harán todo lo posible por controlar nuestros recursos naturales y en ese escenario es que tenemos que entender el proceso de privatizaciones y desregulación, el saqueo, como lo llamó Pino Solanas en la película Memoria del Saqueo, que vivió la Argentina en los noventa.
Del mismo modo que con la Deuda Externa -con la que se produce el control sobre el Estado argentino- el proceso de privatizaciones comienza con la dictadura militar del 76. En la coordinación Norteamericana de las dictaduras del sur del continente americano, el plan condor, encontramos el anhelo monroísta de dominio sobre la región. Con la dictadura comienza el vaciamiento criminal y el endeudamiento y descapitalización de YPF. Había que mostrar una YPF atrasada, quebrada, endeudada, sin recursos para operar. Sin embargo tuvieron que continuar con la política de vaciamiento hasta 1989, es decir 13 años atacando a nuestra empresa estatal. Pero YPF seguía de pie, entonces se tuvo que montar una terrible campaña mediática de engaño para hacer creer que YPF estaba acabada, que había que privatizarla.
Cuando se desmantela y privatiza YPF teníamos reservas de petróleo y gas para más de 20 años, se exploraba de modo de reponer cada año lo que se producía, se decidía cuánto producir, cómo, a que precios, se decidía en qué invertir la renta petrolera. 50.000 trabajadores tenían un trabajo digno, estable, con salario justo, con acceso a la educación y la salud para toda su familia. La energía era considerada un bien social y no una mercancía cualquiera. Se tenía en cuenta que los recursos que se usaban eran no renovables, por lo que se debía invertir parte de la renta en desarrollar otras fuentes energéticas.
Toda la infraestructura energética, las represas hidroeléctricas, las centrales nucleares, el desarrollo del gas natural, todo se realizó sobre la base la renta petrolera que generaba YPF.
Eso era, con sus fallas y limitaciones, con sus contradicciones y contra intereses que nunca dejaron de actuar, eso era soberanía. Una soberanía limitada seguramente, con poca participación y protagonismo del principal actor de todo acto realmente soberano: el pueblo.
El esquema energético que se conformó en los noventa está en las antípodas del proyecto que soñó Mosconi, el fundador de YPF. Durante ya 17 años se viene depredando nuestros recursos naturales de una forma insostenible. No sólo con el petróleo, lo que pasa con la minería es vergonzoso. Pero en el caso de la energía es un suicidio. Se exporta casi un tercio de la energía que se extrae o produce. Para ello se lleva la explotación a niveles sin precedentes, insostenibles y dañinos para el medio ambiente. Se alinearon los precios internos con los internacionales, cuando uno de los grandes logros de YPF fue que nuestro país pudiera pasar casi sin sobresaltos las crisis petroleras de principios de los 70 y de los 80. Hoy tenemos de referencia un precio del barril que no guarda relación con los costos internos de producción, con la estructura impositiva interna y con la capacidad de pago de la población. Es un disparate. Es un crimen, porque la contrapartida de esa fiesta de las trasnacionales del sector, es el hambre en nuestro país. Con la renta petrolera se puede eliminar el hambre y todavía sobraría plata. Entonces darle esa renta a las petroleras es criminal.
Así y todo, el actual modelo energético se está agotando. Sin inversiones en exploración los pozos se agotan y la extracción está en permanente caída desde hace varios años. Además con la reactivación de la economía se utilizan internamente más derivados, lo que dificulta (aunque no imposibilita) la exportación de naftas y gasoil. Lo mismo pasa con el gas natural.
Pero el poder no se resigna e inventa este engendro de los mal llamados biocombustibles, para seguir exportando recursos energéticos a los países centrales, para seguir haciendo negocios las empresas trasnacionales del sector. Este impulso por el lado de la demanda, viene a profundizar el modelo sojero-maicero, el monocultivo y el avance sobre los montes que todavía quedan. De modo que además de haber perdido la soberanía energética perdemos también la soberanía alimentaria.
Además, con los agrocombustibles, así prefieren llamarlos los movimientos campesinos, entramos a tener un papel protagónico en el gran genocidio que se está preparando contra los más pobres del planeta. Se calcula que usar 100 litros de etanol (para el biodiesel debe ser semejante, dado que si bien el balance energético es mayor, el rinde por hectárea es mucho menor) consume los recursos que una persona necesita para comer un año. Sólo Argentina va a estar produciendo, para 2010, unos 3.800 millones de litros de biodiesel. Sin contar la producción de etanol, vamos a quemar los alimentos de 38 millones de personas, para exportar biodiesel al primer mundo. A escala global se habla que para el 2017 se estaría quemando el alimento necesario para 2.000 millones de personas. Este genocidio global equivale a más de 100 veces el genocidio nazi, y nosotros vamos a colaborar. Para eso se hicieron las leyes nacionales y provinciales que impulsan el desarrollo de esta nueva arma de destrucción masiva que matará de hambre a la los pobres del mundo. Acá probablemente caiga el 45% de los niños de este país, que actualmente viven en la pobreza y muchos que hoy son de clase media pasen a ser pobres, por el encarecimiento de los alimentos, por tener que competir como demandantes con automovilistas del primer mundo.
No quiero ser desalentador, a todo esto le tenemos que oponer la resistencia y la voluntad de poder de los pueblos. El ejercicio de la soberanía verdadera está en la práctica del poder popular. Las transformaciones sociales necesarias son posibles, en Nuestra América se están desarrollando procesos muy interesantes: Venezuela con su revolución bolivariana, democrática, popular; Bolivia con su revolución indígena, campesina, de los movimientos sociales, un pueblo sometido, pero en resistencia, durante 500 años que hoy está tomando las riendas de su destino; Ecuador, con un pueblo organizado en movimientos sociales que demostró que no tolerará más gobiernos entreguistas y hoy transita con esperanzas un nuevo camino, con su presidente socialista Rafael Correa. Estos procesos tienen, entre otros, un denominador común: la defensa de los recursos naturales.
Es importante que las distintas organizaciones sociales, políticas, gremiales, ambientalistas, territoriales, que todos tomen conciencia de esta situación en que vivimos y en que viviremos, que se discuta el tema, que se escuchen todas las opiniones, que se propongan muchas iniciativas, de discusión y de acción. En este sentido creo que esta iniciativa del Instituto de Estudios y Formación, del Grupo de Estudiantes Independientes de Económicas (UNR) y de ATTAC puede ser una importante contribución, es un comienzo del debate.

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