Instituto de Estudios y Formacion (IEF/CTA Rosario)
Rosario, 16 de octubre de 2006
POBREZA, MERCADO DE TRABAJO Y SALUD
Maria Alejandra Silva
1. Introducción
El objetivo del presente escrito pretende aportar al estudio del nuevo fenómeno: la pobreza con empleo en el ámbito urbano.
La pobreza urbana es un fenómeno social, económico, ambiental, político y cultural con incidencia territorial, entre cuyos principales factores generadores se ubica el funcionamiento excluyente del Mercado de trabajo, en tanto instancia básica de inscripción en la estructura social, y la retracción y carácter de la acción social del Estado. Las dinámicas excluyentes en el Mercado de trabajo son un factor principal en la génesis de la pobreza estructural, de la nueva pobreza y de la desigualdad (Cariola, 2002). El deterioro de la condición salarial (desempleo, mas reducción de los salarios, mas quebrantamiento de las condiciones de trabajo, mas amenazas de despido) esta en el origen de la actual pobreza y niveles de exclusión social (Rodríguez Enríquez, 2001).
En la Argentina ha cambiando el panorama de la pobreza urbana, la cual aumento en términos cuantitativos, haciéndose más heterogénea y compleja a la vez. Ya nos se trata de “enclaves de marginalidad ecológica” (Micieli, 2004). Mientras que los viejos pobres viven en barrios reconocibles pro todos, los nuevos pobres no. Es una pobreza privada, de puertas adentro. Esta dispersión transforma la nueva pobreza en una pobreza invisible, ausente de la agenda publica. (Minujin y Kessler, 1995).
A pesar de haber crecido la economía, la pobreza sigue siendo preocupante. Mientras el PBI per capita es un 6% suprior al maximo nivel registrado en la decada pasada (1998), la pobreza es todavia 2,6 puntos porcentuales mas alta que en el primer semestre de 1998. (IDESA, 2006) . Asimismo el salario pierde su capacidad adquisitiva en el 2001 pero aun hoy no lo recupera. Esto es importante porque, durante los noventa, los niveles de pobreza promediaban el 24 %, y era un fenómeno vinculado fundamentalmente con el salto de la desocupación. Hoy, en cambio, la pobreza es un problema de los ocupados, y en negro. [1]
La Argentina tiene mayores niveles de actividad económica que en el año 98, pero cuenta con una tasa de desocupación superior a la que existía en aquel momento. En el 98, la desocupación estaba en el orden del 11 por ciento. Hoy, incluyendo, a los que perciben planes, la Argentina está en el orden del 13 por ciento. Y el ingreso promedio de los argentinos actualmente es inferior al que había entonces: está un 25 por ciento por debajo de aquel momento. Hay otra relación muy importante, que ha cambiado y es muy determinante: la relación entre el ingreso promedio y el nivel necesario para que un hogar tipo no sea pobre. En la Argentina actual, el ingreso promedio está aproximadamente 10 puntos por debajo de lo que necesita un hogar para ser pobre. En el 98, el ingreso promedio estaba 34 por ciento por encima de lo que necesitaba un hogar para no ser pobre. En aquel momento había 10 millones de pobres, hoy existen 15 millones.[2] Se refleja en materia habitacional, pues el 30% de los pobres carece de vivienda (IDESA, 2006).
En Argentina, como consecuencia de las estrategias de desregulación, privatización y apertura económica de los últimos años, también se han producido importantes cambios en los mercados laborales. Los años 90 terminan consagrando un nuevo modelo de acumulación ligado al capital financiero internacional que requiere de un proceso más flexible de producción y laboral mediante nuevas modalidades de contratación. Esta modalidad no solo alcanza a los trabajadores del sector privado, sino que también se extiende a los empleados públicos que hasta el momento gozaban de un trabajo estable y protegido. Esta de desprotección social se volvió un fenómeno ubicuo, que afecta a ocupados y desocupados, a trabajadores de todas las categorías ocupacionales y niveles de ingreso, que se desempeñan en unidades productivas de cualquier tipo y tamaño, en los más diversos sectores, e incluso en la administración publica (Pellegrini, 2001).
En suma, lo que ha sucedido es la perdida de centralidad de una “sociedad salarial”, tal como la define Castel. En ella, el individuo necesita de un conjunto de “soportes”, de recursos y de regulaciones colectivas, que garanticen tanto su supervivencia material como su integración social. (Castel, 1997). La misma va acompañada de mayor vulnerabilidad social, al decir de Castel. Mientras que la zona de integración se caracteriza por una asociación entre trabajo estable y sólida inserción en las redes de sociabilidad, la vulnerabilidad conjuga “la precariedad del trabajo y la fragilidad de los soportes de proximidad”, siendo estos últimos los que constituyen la protección “que cubre a un individuo ante los riesgos de la existencia”. La precarización del trabajo “permite comprender los procesos que nutren la vulnerabilidad social” y en última instancia conducen a la desafiliación. La gravedad de la cuestión viene dada por el hecho de que la precarización del trabajo es un proceso central en la evolución del capitalismo moderno, que puede alcanzar a casi cualquier persona, por más protegida que ésta pudiera parecer a priori (Golovanevsky, 2001). En este sentido, “los excluidos suelen ser vulnerables que hacían equilibrio sobre la cuerda floja, y que cayeron” (Castel, 1997).
El sociologo frances Robert Castel distingue lo que denomina tres puntos de cristalización de esta cuestión. “En primer lugar, la desestabilización de los estables. Una parte de la clase obrera integrada y de los asalariados de la pequeña clase media corre el peligro de caer. En segundo lugar, “la instalación de la precariedad”. “Toda una población -sobre todo de jóvenes- parece relativamente empleable para tareas de corta duración, de algunas meses o semanas”. Son grupos sin ninguna certidumbre del mañana. En tercer lugar, “la precarización del empleo y el aumento del desempleo constituyen sin duda la manifestación de un déficit de lugares ocupables en la estructura social, si entendemos por lugar una posición con utilidad social y reconocimiento público. Reaparecen así los inútiles para el mundo, dado que la misma los descalifica también en el plano cívico y político. (Golovanevsky, 2001)
Asimismo, "la zona de vulnerabilidad" significa con respecto al trabajo, la precariedad del empleo y con respecto a la sociabilidad, la fragilidad de los "soportes" proporcionados por la familia y el entorno social. Cuanto más se dilata esta zona de vulnerabilidad, es mayor el riesgo de ruptura que conduce a la "muerte social" (Castel, 1995). Pues el "soporte relacional", al igual que la protección social, juegan un papel determinante en la posición que asume cada individuo dentro de la estructura social. En suma, en la "sociedad salarial" el individuo ya no queda librado sólo ante el riesgo de no poder estabilizar su presente y su futuro (como lo estaba en el momento de la revolución industrial) y sí en cambio se encuentra respaldado por un conjunto de protecciones dentro y fuera del espacio del trabajo, pues posee un salario y una seguridad social en materia de salud, de vivienda, de jubilación, etc.. (Zipcioglu, 2004)
Si bien la noción de vulnerabilidad está emparentada con la de pobreza, no es sinónimo de la misma, porque el concepto de pobreza tiene carácter estático y unidimensional. (CELADE, 2002) .
Esta precariedad laboral impacta en los salarios y aumenta las inequidades sociales. La brecha entre los salarios formales e informales, medida como porcentaje de plus salarial recibido por el trabajador formal respecto al informal por igual carga horaria y actividad, aumenta como tendencia desde el año 1994, siendo hoy la segunda mas alta después de junio de 2004. En el primer trimestre del año 2006, esa brecha alcanza el 63,1 por ciento (los empleados en negro ganaban un 63 por ciento menos que sus pares en blanco.(Lozano, 2006) Según otro diputado nacional, recientemente los salarios no registrados subieron el 4,06% frente al 1,46% de los registrados (en comparación con diciembre de 2005), pero ese aumento, aunque auspicioso, aún resulta insuficiente al entrar en juego otro factor: la inflación .[3]
Cabe resaltar que por esta razón, también se ven afectados la salud y la jubilación.
En cuanto al primer aspecto, el funcionamiento excluyente del mercado de trabajo a través del desempleo, la precarización y el deterioro de las condiciones de empleo, el retroceso del trabajo asalariado y el avance de la informalidad asociada a la sobrevivencia, afecta las condiciones materiales de reproducción, no solamente a través de la caída de los ingresos reales, sino también por reducir la adscripción a la seguridad social y ala protección de la salud. (Calderón y Smukler, 1997; PNUD, 1998). Esto se suma al hecho que “el trabajo es uno de los determinantes principales del proceso de salud-enfermedad colectivo, porque nos ubica en el encuentro entre lo natural y lo social..., es el proceso mediante el cual el hombre entra en contacto con la naturaleza transformándola y transformándose a sí mismo[4].
En cuanto a la jubilación cabe señalar que en 1975, la fuerza laboral argentina tenía un empleo asalariado del 58%. Luego de treinta años, hoy ese registro alcanza el 30%. El “talón de Aquiles” del sistema previsional argentino s su baja cobertura. El más importante determinante de la baja cobertura es la masiva presencia de empleo no registrado o empleo “en negro”. (IDESA, 2003). Correlativamente, la proporción de la fuerza de trabajo cotizante a la previsión social se redujo entre 1994 y 2001 del 49,7% al 37,1%, y la población de 65 años y más cubierta del 76,5% al 67,8%. [5]
Este hecho se inscribe en el marco de las reformas estructurales de corte neoliberal durante los primeros años de la década pasada, que siguen vigentes. El sistema previsional argentino ha pasado por la semi privatización impuesta desde 1994, cuando se creó el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP) y la administración mixta de los aportes previsionales por parte de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) y el Estado, con la sanción de la Ley 24.241 (García, 2006)
Estas dimensiones del problema son vitales porque el empleo y el ingreso son dimensiones esenciales de la ciudadanía (Cariola, 2002) En esa misma senda, afirmamos que una situación donde el límite difuso entre la vulnerabilidad y la exclusión social ponen en jaque el principio de ciudadanía social erosionando las bases de la sociedad democrática lo cual a su vez pone en peligro la estabilidad y la cohesión social. (Zipcioglu, 2004).
2. ESTADO DEL DEBATE
2.a. Las mediciones de la pobreza: verdades y mentiras
Uno de los problemas más importantes a resolver es el de la manera de medir la pobreza. No obstante cabe señalar que el fondo de la cuestión en realidad radica en la dicotomía económica entre “crecimiento” y “desarrollo”, porque las respuestas señalan causas e indicadores diferentes. El primer grupo el problema radica en mejorar los indicadores económicos de crecimiento de la producción de bienes, medido a través del PBI interno traería aparejado por sí solo mayor bienestar y crecientes oportunidades. De esta forma el PBI per capita se convirtió casi en la única medida de desarrollo. El otro enfoque, hizo hincapié en los problemas de la distribución, la necesidad y la equidad. (Sanahuja, 1998)
Amayrta Sen señala los alcances y las limitaciones del método estándar, haciendo hincapié en las diferencias entre “el método directo” que solo puede señalar la brecha entre cada tipo de necesidad y “el método del ingreso” que establece una escala de distancia numérica respecto a la línea de la pobreza. También compara la privación absoluta (objetiva) y la privación relativa (sentido subjetivo). Todas las disidencias radican en la forma de interpretar el concepto de satisfacción de las necesidades básicas en los países., lo cual a conducido a definir un nuevo indicador: el desarrollo humano. Se ofrece un indicador alternativo para medir, evaluar y comparar grupos y países denominado índice de desarrollo humano (IDH), que se calcula a partir de indicadores parciales que reflejan la longevidad, la educación y el ingreso real per capita.
También se incorporan los aportes de Manfred Max-Neef y Else Oyen. El primero propone una reinterpretación del concepto de pobreza a partir de una diferencia entre necesidades y satisfactores. El segundo sustituye el concepto de “causa” de la pobreza por el de “producción”, que permite ir mas allá de la neutralidad e identificar actores o “perpetradores” (individuos, grupos, instituciones, practicas).
Existe otro enfoque que diferencia la pobreza de la exclusión, porque “este ultimo va mas allá de los aspectos económicos y sociales de la pobreza e incluye los aspectos políticos tales como derechos políticos y ciudadanía que remarcan la relación entre los individuos y el Estado, así como entre la sociedad y los individuos” (Bhalla y Lapeyre, 1994). Se propone este nuevo enfoque porque se constata la insuficiencia en la “lucha contra la pobreza”, focalizada en esta temática sin ninguna consideración respecto a los problemas distributivos y su contracara: la extrema riqueza. Esto lleva a que los programas sociales sean básicamente asistencialistas, que no conducen a un fortalecimiento de la ciudadanía. (Minujin, 1998). La inclusión / exclusión política está directamente ligada con lo que puede denominarse ciudadanía formal y con la participación o no como ciudadanos en la marcha de la sociedad. La inclusión económica y la social están relacionadas con la participación en la vida colectiva y pueden distinguirse dos ejes. Por un lado, el que se refiere al empleo y la protección social, fuertemente determinado por la estructura económica, y que da lugar a la inclusión / exclusión económica. Por otro lado, el que toma en cuenta las interrelaciones individuales y colectivas en el contexto de lo que se ha denominado el capital social y que demarca la inclusión social. (Minujin, 1999)
La estructura de la inclusión económica está estrechamente relacionada con la de inclusión social, la cual considera aspectos pertinentes al capital social de la familia y de la comunidad, la cobertura de salud, educación, seguridad social y el ingreso familiar, entre otros. (Golovanevsky, 2001)
La amplitud del concepto de exclusión ha llevado a que su uso abarque situaciones muy disímiles, por eso aparece la utilidad de la noción de vulnerabilidad permite acentuar también la noción de proceso y de dinámica (Minujin, 1999)
3. POBREZA Y SALUD
Al igual que l@s participantes del I Fórum Internacional por la Defensa de la Salud de los Pueblos del 2002, se considera que “La salud es un derecho humano y parte fundamental del derecho a la vida, así como un deber del estado. La salud es un derecho en sí mismo y no un medio para promover el mal llamado capital humano. La salud es un proceso integral que pasa por condiciones de vida digna, empleo saludable y en condiciones adecuadas, acceso a servicios básicos como agua de calidad, por educación para desarrollar ciudadanía, alimentación adecuada, medioambiente saludable, sin violencia y servicios de atención de salud accesibles y de calidad en todos los niveles”.
Cabe resaltar que existe una marcada vinculación con las condiciones de vida. En ese sentido, existen estudios en Escocia que indican que la mortalidad se diferencia según las condiciones de vida en los grupos extremos estudiados, de tal modo que: “los contrastes de mortalidad se extienden a toda la vida del adulto y los excesos en estas muertes tempranas son mayores en las edades productivas de 25 a 54 años: el riesgo de morir es 2,5 veces mayor en las poblaciones que viven en condiciones más adversas.”(Behm Rosas, 1999)
4. EL MERCADO DE TRABAJO
Cabe señalar que hasta la década de los noventa el trabajo en negro constituía un porcentaje que nuca superaba el 30 por ciento mientras que en los primeros años del 2000 llego a superar el 50% de la mano de obra ocupada, constituyendo un problema que afecta a al sociedad toda (con y sin empleo), y en particular al Estado y los sindicatos. El fenómeno se ha agudizado, y durante el pri mer trimestre del 2005, el 51,5% de los asalariados – unos 5.300.000. trabajadores aproximadamente- no están registrados por las empresas donde trabajan. Estas cifras no incluyen el trabajo parcialmente registrado, aquel en que una parte del salario se paga en blanco y el resto en negro (el denominado salario “en gris” ) o se registra al trabajador con menores horas que efectivamente trabaja (CGTRA, 2005).
Las cifras la Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo (MTEFRH) reflejan un crecimiento del porcentaje de asalariados sin descuento jubilatorio en todos los sectores, pero en la administración publica se pasa de un 6,1 % de asalariados sin descuento jubilatorio en 1995 a un 11,8% en 2000. (Silva, 2001). Sin embargo también se ve, que se agravara luego de la crisis del 2001, a tal punto que en el 2003 sobre una fuerza de trabajo urbana de 14.798.035 personas, ese observan los siguientes niveles de precarización: 4.080.429 son asalariados no registrados, 2.910.220 son cuentapropistas y 2.07.821 son desocupados (Lozano, 2004.). Actualmente, sobre una fuerza de trabajo urbana de 15.835.436 personas, el 60,2 por ciento revela distintos niveles de precarización. Así, 4.847.252 son asalariados no registrados, 2.652.440 son cuentapropistas de subsistencia y 1.872.486 son desocupados [6].
Este hecho es altamente preocupante por su impacto en la salud de la población y en la cobertura de la seguridad social. A los 3 años de implementación en Argentina, la cobertura cae del 63 en 1994 al 52 % en 1997 (48 % de no cotizantes) (Silva, 2001)
4.a El incremento salarial: ¿cubre las necesidades básicas?
Un antecedente importante sobre el nivel de precios y los salarios de activos y pasivos desde 1975 hasta 1993 lo realizan Alberto Minujin y Gabriel Kessler, a partir de analizar la salud, la educación y algunos bienes como: media docena de facturas, 100 gramos de jamón curdo, un litro de leche, la aplicación de una inyección.
Esta brecha se agrava luego de la crisis del 2001 que sufre modificaciones tan drásticas como ningún país de América Latina. Así lo señala Gasparin cuando afirma que el ingreso promedio de una persona en el decil más rico de Argentina en junio de 2003 es alrededor de 40 (cuarenta) veces superior al ingreso promedio de una persona en el decil más pobre. Existen muy pocas economías en el mundo con cambios distributivos semejantes.[7]
En esa misma senda, se inscriben las opiniones vertidas por A. Melo que indica: “en el nuevo periodo postdevaluatorio, sobresale el estrechamiento de los segmentos medios vía el aumento notable de la pobreza e ingresos, producto combinado del desempleo, la caída salarial y el aumento del costo de la canasta de bienes y servicios”. [8](Silva, 2005)
Un estudio siginificativo es el de IEF/CTA indica que la estadísticas pueden manipularse discrecionalmente a fin de disminuir la magnitud del problema del salario. En ese sentido lo que se suele hacer habitualmente es comparar el salario con e índice de precio del consumidor (IPC), porque la evolución que registra el mismo es significativamente menor a los de la Canasta Básica de Alimentos y Canasta Básica total[9]. Cabe señalar que la Canasta básica alimentaria (CBA) incluye lo que la familia tipo gasta solo para comer, mientras que la canasta básica total (CBT) también incluye bienes y servicios como transporte, educación, salud y vestimenta.
Esto se observa claramente en el siguiente cuadro:
Cuadro Nº 1: Formas de calcular la caída del salario real en Argentina 2001-2003
Caída del Salario real | 17, 5% menor a diciembre 2001 (IPC) | 22,3 % menor a diciembre de 2001 (CBA y CBT) |
Caída Salario Trabajadores Registrados | 7,4% inferior | 12,84% inferior |
Caída Salario Trabajadores No Registrados | 28,6% inferior | + del 40% inferior |
Caída Salario Trabajadores Estatales | 27,2% inferior | + del 30% inferior |
Fuente: Elaboración propia sobre la base de IEF/CTA (2004), Informe sobre empleo regular, ilegal o clandestino,
En dicho cuadro se constata que existe una marcada diferencia entre ambos parámetros que siempre perjudica a los empleados públicos, pues mientras los salarios de los trabajadores registrados son un 22,3% inferiores a los del 2001, los de los trabajadores estatales son + de 30% inferiores.
Según los propios sindicalistas este hecho continúa existiendo, pues mientras SOMISA tiene 2.300 personas efectivas, posee 8.000 contratistas. Algo similar sucede con ACINDAR que tiene 1.400 trabajadores de la empresa y otros 1.500 contratistas con una diferencia salarial del 60% producto de la situación de diferenciación y fragmentación instalada en los últimos 10 y 15 años en la Argentina. Esto es de tal forma que hay empresas del sector que antes tenían un solo convenio colectivo, ahora tienen 4 (cuatro) convenios (Paulon, 2006).
En el sector publico también fue abordado en un reciente trabajo presentado en el 7mo Congreso Nacional de Estudios del Trabajo. Dichas autoras evidenciaron que el Sector Privado Registrado (que representa el 35% de los ocupados) mantiene el salario real de diciembre de 2001, mientras que el Sector Privado No Registrado y el Sector Público (que en conjunto representan el 60% restante) sufrieron una caída del salario real cercana al 28%.(Buchner y Olivera, 2005).
5. LA SALUD DE LOS TRABAJADORES POBRES
En cuanto al tema salud cabe señalar que ni la enfermedad ni la salud pueden definirse con precisión ni medirse en forma absoluta, en una escala de valores numéricos. Lo biológico está sometido permanentemente al influjo de lo social, lo económico. Interpretar tasas que representan promedios de una población cuyos grupos componentes no están sometidos a los mismos riesgos de enfermar y de morir, hace que no representen precisamente la realidad, cuando las presentamos por diversas categorías, ahí aparecen diferencias. Entendiendo que:
Los problemas de salud pueden ser analizados y explicados desde distintos niveles: general (la sociedad en general, global (“el ámbito de las políticas y planes de salud”), particular (“variaciones entre grupos sociales en una misma sociedad y en un mismo momento dado”), espacio fundamental que articula el nivel de lo general y el de lo singular: nivel donde se manifiestan, sobre el cuerpo de los individuos, los procesos biológicos y sociales determinados en los niveles anteriores; este se define como “variaciones entre individuos o grupos de población por atributos individuales”. (Castellanos, 1999).
De allí que “las formas concretas de consumir la fuerza de trabajo en el proceso laboral, junto a los patrones de consumo de bienes y servicios, originan los patrones de desgaste de los trabajadores y las formas de enfermar y morir, que se expresan en patrones de morbi-mortalidad ". [10]
Según la OIT, más de dos millones de trabajadores mueren cada año en el mundo allí donde fueron a buscar un salario y que el trabajo es el indicador más importante de desigualdad ante la enfermedad y la muerte. Las autoridades sanitarias ocultan que las condiciones de trabajo determinan las condiciones de vida y que el tiempo de trabajo determina el resto de tiempos de la existencia humana. (Carcoba, 2006). Este ocultamiento se observa en la Argentina donde los registros son insuficientes para los trabajadores cubiertos por la ley, y se agrava para los no registrados, migrantes ilegales y los empleados del sector publico autoasegurados.
Este hecho es preocupante si se analiza la salud de los trabajadores no registrados o en negro, pues por una lado existen estudios que indican que son los que más sufren accidentes laborales. Se constató que la incidencia de accidentes de trabajo por 1000 trabajadores asalariados en el colectivo de trabajadores temporales es casi 2 veces superior a la de los trabajadores fijos, lo que se mantiene en los distintos niveles de gravedad. [11]
Se puede afirmar que: “La pobreza y el mal estado de salud están íntimamente ligados. Esto puede verse en el ámbito de cada país (desarrollado o no) y entre países. Los pobres mueren antes y tienen mayores niveles de morbilidad. Las causas para esto son múltiples: malas condiciones de vida incluyendo vivienda y alimentación, mala infraestructura disponible (agua potable, tratamiento de las excretas), pobre o ninguna accesibilidad a servicios sanitarios de calidad. (Rodríguez, 2005) .
Kessler y Minujin se refiereron al empobrecimiento y la salud indicando los nuevos riesgos y las nuevas dolencias padecidas por los “pobres invisibles”. Indican que en algunos casos, si bien no han perdido la cobertura, la falta de dinero los va llevando a que por una u otra razón restrinjan las visitas a los médicos, los controles, chequeos de rutina, etc. Asimismo, empobrecerse implica un sufrimiento y un estrés enorme, debido a la presión constante y creciente a lo largo de años, el temor a la perdida del trabajo, la incertidumbre por el futuro inmediato, el aumento de las horas de trabajo o la doble, triple ocupación. Sin duda, se producirá un deterioro psíquico y físico.
9.BIBLIOGRAFÍA
I Fórum Internacional por la Defensa de la Salud de los Pueblos, realizado en Porto Alegre – Brasil, enero de 2002
Buchner, L. Y M. Olivera (2005), Limitaciones actuales para la recomposición salarial en la administración pública: caso argentino, 7mo Congreso Nac. de Estudios del Trabajo, Org. Asoc. Nac. de Estudios del Trabajo, Bs As., Argentina.
Cariola, C. (2002), Pobreza y ciudad: reflexiones desde la investigación, En publicacion: Cuadernos del Cendes, vol. 19, no. 49, Tercera Época. Cendes, Centro de Estudios del Desarrollo, UCV, Univ. Central de Venezuela, Venezuela.
Castel, Robert (1997), “La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado”, Editorial Paidós.
CGTRA (2005), Informalidad, trabajo no registrado y género en Argentina, Encuentro multisindical “Trabajo no registrado e inequidad: desafíos para las instituciones de la sociedad”, Secretaría de Igualdad de Oportunidades y Género, Central de Trabajadores, Buenos Aires, Argentina.
García, D. (2006), Escenarios posibles para una nueva Reforma Previsional, Mesa de Políticas Sociales del Instituto de Estudios y Formación, Central de Trabajadores Argentinos, Buenos Aires, Argentina.
Golovanevsky, L. (2001), Pobreza, Vulnerabilidad Y Exclusión. Sus Aportes Diferenciales Para La Comprensión De La Situación Social De Jujuy (1991-2001),
IDESA (2003), ¿Es posible reducir la incidencia del “empleo en negro” en Argentina? Informe Especial Nº 1, Instituto de Desarrollo social, Buenos Aires, Argentina.
IDESA (2006), Se recupero la producción pero con más pobres, Informe semanal 26-03-06., Bs. As. Argentina.
IEF/CTA (2004), Informe sobre empleo irregular, ilegal o clandestino, Instituto de Estudios y Formación, Central de Trabajadores Argentinos, Buenos Aires, Argentina.
Lozano, C., A. Maddonni, A. RamerI y T. Raffo (2004), Boletín estadístico: pobreza e indigencia, desempleo estructural, distribucion regresiva de los ingresos y ganancias empresariales extraordinarias, IEF/CTA, Buenos Aires, Argentina.
Lozano, C (2006)“Están peor que en los 90”, La Vaca, reproducido en http: //www.rebelion.org/noticia.php?id=28048.
Micieli C. (2004), Miradas de la exclusión social, En publicación: e-l@tina: Revista electrónica de estudios latinoamericanos, vol. 3, no. 9. IIFCS, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Minujin, A y G. Kessler (1994), La nueva pobreza en Argentina, Buenos Aires, Ed. Temas de hoy.
Minujin, Alberto (1997), Vulnerabilidad y exclusión en América Latina, En: Bustelo E y A. Minujin (comp.), “Todos entran”, Bs. As., UNICEF/Santillana.
Paulon Victorio y G. Terez, Precarización laboral y discusión salarial, en SEMINARIO: LIBRE COMERCIO¿ LIBERA O ESCLAVIZA?, Organiza IEF Rosario, Sindicato de ATE, Rosario, 22 Y 23 DE SEPTIEMBRE DE 2006.
Pellegrini, J. L. (2001), Desigualdad y desprotección social en la fuerza de trabajo urbana de la Argentina, 5to Congreso Nac. Estudios del Trabajo (ASET).
Rodríguez Carlos Aníbal, (2005), Desigualdades En Salud Y Seguridad En El Trabajo Que Son Inequidades: Causas Y Consecuencias, Publicado Por NETSAREA, 7 de marzo de 2005. España
Rodríguez Enríquez C (2001), Éramos tan plenos: indicadores de vulnerabilidad laboral por sexo, 5to Congreso Nac. Estudios del Trabajo (ASET).
Sanahuja, José Antonio (1996), Amartya Sen y Desarrollo humano, Universidad Complutense de Madrid, España, Mimeo.
Silva, M. Alejandra (2001), Empleo informal, empleo precario y salud: los límites de los sistemas de salud y la seguridad social en los países del Mercosur, XXIII CONGRESO DE LA Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), Universidad de San Carlos, Guatemala.
Silva, M. Alejandra (2005), La situación de los trabajadores: ¿está mejor o peor que en el 2001?, Publicado en la Sección “TRABAJO” del Boletín Enredando, Nodo Tau. www.enredando.org.ar.
Zipcioglu P. (2004), La fragilidad de la "cuestión social". Precariedad laboral y vulnerabilidad social, En publicación: Lavboratorio: Estudios sobre Cambio Estructural y Desigualdad Social, año 5, no. 14. IIFCS, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Argentina.
[1] Montenegro, M. (2006), Blanco y negro, Nota de tapa Diario Clarín, Domingo 6 de agosto.
[2] Lozano, C. (2006), Solo para empleados en blanco, Nota de tapa Diario Clarín, Domingo 6 de agosto.
[3] Neri, Aldo (2006), A pesar del fuerte incremento de la actividad económica y de la caída del desempleo, las diferencias sociales crecen junto con el PBI , Por Mercedes García Bartelt
De la Redacción de LA NACION, Reproducido en http://www2.uca.edu.ar/esp/sec-investigacion/esp/subs-observatorio/docs-prensa/articulos/06-03-12-la-nacion.doc.
[4]Franco Agudelo, Saúl. La salud y el trabajo. En: Cuadernos Médico-Sociales. Nro 35, Rosario, 1.988.
[5] Galin, P. (2006), Desregular por la fuerza, Le Monde Diplomatique, Julio, pp. 6 y 7.
[6] Ibidem, Lozano 2006.
[7] Campanario, Buenos Aires, 2003:3.
[8] Bermúdez, I , Mas de nueve millones de pobres provienen de familias de clase media, Diario Clarín, Buenos Aires, 31 de octubre de 2004, pp..16.
[9] Entre diciembre de 2001 y diciembre de 2003 la evolución que registran los precios al consumidor es menor (46,11%) que la canasta básica alimentaria (74,93%) y la canasta básica total (55,11%).
[10]Laurell, Cristina. La construcción teórico-metodológicas de la investigación sobre la salud de los trabajadores, mímeo presentado en el Curso de Postgrado de Ciencias del Trabajo y Salud, Rosario, Facultad de Psicología de la U.N.R. 1.994.
[11] (Boix Pere y Enrique Orts, 1997)
No hay comentarios:
Publicar un comentario